Anuncio del nacimiento de Juan
San Juan 1
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elizabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor, pero no tenían hijo, porque Elizabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor, pero el ángel le dijo: “Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan”.
Dijo Zacarías al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada”.
Respondiendo el ángel, le dijo: “Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas, y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo “.
Después de aquellos días concibió su mujer Elizabeth, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: “así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres”.
Dios quita la Afrenta de Elizabeth
Miramos a Elizabeth que no tenía hijo, era como una afrenta en esos tiempos.
Zacarías había estado orando y pidiéndole a Dios un hijo, y cuando menos lo esperaban, Dios contestó su oración. Pero había pasado mucho tiempo, cuando el ángel le dio la noticia, Zacarías no creyó que tendría un niño. Debido a su incredulidad quedó mudo.
Aquí podemos aprender que muchas veces la incredulidad nos impide recibir lo que Dios ya tiene preparado para nosotros.
¿Qué nos ayudaría para no ser incrédulos?
- Confiar en Dios, cuando Él nos dice que todo lo puede, verdaderamente todo lo puede.
Jeremías 32:27
He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?
Al leer la Palabra de Dios miramos los grandes milagros, y muchas veces no con una fe grande, mas bien con una fe puesta en un Dios grande.
Si Dios no ha contestado tu petición, te aseguro que lo hará. Es posible que Su repuesta no sea exactamente como tú lo deseas. Pero Él te dará exactamente lo que necesitas. Es nuestro Padre Celestial y te dará todo lo que Él sabe que necesitas. Él nos ama con amor eterno.